El pasado mes de diciembre tuvieron lugar en Murcia las Jornadas de Investigación en Envejecimiento. Se abordó salud de las personas mayores desde diversos ámbitos. El evento contó, entre otros ponentes, con el catedrático emérito de Geriatría de la Universidad Complutense de Madrid y académico de la Real Academia Nacional de Medicina de España, el doctor José Manuel Ribera Casado.
SALUD21: ¿Sobre qué versó su conferencia?
JOSE MANUEL RIBERA CASADO: Mi conferencia versaba sobre las posibilidades de prevenir el envejecimiento. Se entiende que hablamos de los problemas negativos asociados al hecho de envejecer.
La respuesta es ‘no’ si la planteamos en términos absolutos, ya que la única forma definitiva para prevenir el envejecimiento es la muerte y, evidentemente, no se trata de eso. Sí es posible prevenir o retrasar algunos aspectos más negativos.
El envejecimiento se deriva de varias circunstancias. Existe un ‘envejecimiento primario’ que viene determinado, principalmente, por la carga genética con la que nacemos. Sobre ello, a día de hoy, las posibilidades de intervención son escasas, aunque muchos laboratorios e investigadores básicos están trabajando en este terreno.
Pero, también existe un ‘envejecimiento secundario’ derivado de las limitaciones que nos dejan las enfermedades y accidentes acumulados a lo largo de la vida y, sobre todo, las consecuencias de eso que conocemos como factores de riesgo a los que hemos estado expuestos y que en gran parte se derivan de los estilos de vida (grado de actividad física, alimentación, hábitos tóxicos, entorno social y ambiental, etc.).
En este campo las posibilidades de actuación son enormes, y es ahí donde deberemos centrar nuestro interés.
S21: ¿Ha cambiado la manera de envejecer en las últimas décadas?
J.M.R.C.: Muchísimo. De entrada, la esperanza de vida al nacer se ha multiplica por dos en apenas cien años. Además, las condiciones de vida que hoy se alcanzan en edades avanzadas no tienen nada que ver con lo que ocurría hace apenas unas décadas. Y sí, las previsiones son que estos cambios se van a mantener y, probablemente, a magnificar en el futuro.
Los caminos que han determinado estas modificaciones llegan, sobre todo, por la vía de la prevención y, en menor medida, por los avances médicos en aspectos como la farmacología, la anestesia, las posibilidades quirúrgicas o los aspectos tecnológicos.
También contribuyen a ello los progresos en campos teóricamente ajenos a la medicina como los avances sociales y en las posibilidades económicas o la toma en consideración cada vez más evidente de factores ambientales.
S21: ¿Qué cambios debería dar la sociedad y el sistema de salud para mejorar la calidad de vida de las personas mayores?
J.M.R.C.: El primero y a mi juicio más importante es asumir que la vejez, entendida como la última etapa de la vida, no deje de ser eso mismo, una etapa de continuidad de las que la han precedido y a la que, por otro lado, todo el mundo aspira a llegar. “Envejecer no es tan malo si se piensa en la alternativa”, dicen los clásicos.
Planteadas así las cosas, hay que conseguir que la persona de edad avanzada se encuentre integrada en la sociedad y sea un protagonista activo de la misma, huir del edadismo en cualquiera de sus formas: prejuicios, estereotipos y, sobre todo, discriminación.
La discriminación por edad es un fenómeno tan extendido como ignorado y despreciado por la ciudadanía, sea cual fuere el terreno en que se plantee, incluido el relacionado con la salud.
Por ello, tanto los profesionales de los medios de comunicación como los educadores a cualquier nivel y los sanitarios tenemos la obligación ineludible de comprometernos en este terreno, denunciando el fenómeno, transmitiendo mensajes positivos y contribuyendo a la educación de la sociedad.
