Comunicación asertiva y salud mental

Algunas personas se comunican con un estilo ‘pasivo’, permitiendo que los demás pasen por alto sus derechos o necesidades y que otros decidan por ellos; prefieren aguantar su malestar y evitar el conflicto. Otras personas emplean una comunicación ‘agresiva’, expresándose de manera hostil y exigente, con dificultad para ser objetivos y respetar a los demás, ya que solo tienen en cuenta sus intereses y sentimientos. Según nuestro perfil de personalidad y nuestra historia de aprendizaje, utilizamos, preferentemente, uno de ellos, hecho que aumenta el riesgo de presentar ansiedad y/o depresión.

En función de cómo hayamos visto comunicarse a las personas de nuestro entorno, complacientes o agresivas a la hora de expresar su opinión o defender sus derechos, será más fácil tener interiorizada una u otra forma de reaccionar y responder, lo que no quiere decir que no podamos trabajarlo y aprender a tener un estilo de comunicación con el que expresar nuestros sentimientos y necesidades, y defender nuestros derechos respetando también los del otro.

Ser conscientes, ser asertivos

El primer paso es ser conscientes de nuestra manera de responder, de cómo nos afecta y cómo afecta a las personas con las que nos relacionamos, y también de darnos cuenta de la necesidad de mejorar nuestra forma de expresarnos para tenernos en mayor estima y tener una vida social más satisfactoria.

La comunicación asertiva es un estilo efectivo y que muestra confianza en uno mismo, porque se pide de manera consciente, clara, honesta y legítima que se respete la opinión, lo que hace que tengas más probabilidades de ser escuchado y que tu petición sea tenida en cuenta, además de ser una manera efectiva de decir no, negociar y lograr lo que queremos sin dañar.

¿En qué consiste el estilo de comunicación asertivo?

Ser asertivo es tener capacidad de autocontrol a la hora de expresar lo que pensamos o sentimos de manera consciente y constructiva sin dejarnos llevar por las emociones, sin bloquearnos ni mostrarnos hostiles, generando una situación violenta a través de nuestras exigencias.

Cuando nos comunicamos desde una postura defensiva y/o con agresividad, se pierde el objetivo de la conversación y, aunque nuestros puntos de vista puedan ser válidos, expresados desde la ira nos desacreditan, dificultan la transmisión del mensaje de una manera clara y tampoco se alcanza un final de conversación constructivo.

Si quieres que tu mensaje llegue, es mejor emplear la asertividad, dando espacio a la otra persona para entenderte, facilitando que no se genere una discusión agresiva, que se pueda hablar sobre el tema de manera tranquila y llegar a un punto en común.

¿Puedo aprender a ser asertivo?

Este estilo de comunicación asertiva no se puede aplicar o no da buen resultado en todos los contextos porque tu mensaje puede ir en contra de los intereses o valores de la otra persona y porque hay personas que se toman este estilo como un ataque personal.

Sin embargo, e independientemente de que la conversación tenga un final constructivo, comportarnos de forma asertiva nos da más seguridad a la hora de expresarnos y podremos quedarnos tranquilos de que hemos intentado comunicarnos de la manera más adecuada y menos ofensiva y, aunque no hayamos obtenido el resultado esperado, es reconfortante y genera una sensación de autenticidad que refuerza la valoración de nosotros mismos.

Causas y consecuencias de la comunicación no asertiva

Cuando nos cuesta negarnos a algo que nos han pedido se debe al miedo al rechazo o al enfado de la otra persona; también solemos tener pensamientos que nos hacen sentirnos mal con nosotros: “soy un mal amigo por decir que no”.

En lugar de ello, debemos buscar un pensamiento alternativo como: “Tengo derecho a decirle que no porque no me viene bien en este momento y no por ello soy un mal amigo”. Si expresando nuestra decisión de manera asertiva, la persona se enfada, tú serás consciente de tu derecho a decir no y podrás volver a expresar de forma constructiva tu punto de vista.

Otro error es asumir que la persona sabe lo que estás pensando o lo que necesitas, lo que hace que adoptemos una actitud pasiva ante un problema. En lugar de dar por sentado nada, debemos expresar lo que pensamos o necesitamos, ya que, de tener solución, puede resolverse y, en el caso de no tenerla, al menos hemos dejado constancia de cómo nos sentimos y ello nos da una sensación de valía, en lugar de sentirnos pequeños, ignorados, no respetados o llevarnos al enfado.

Aprender a comunicarnos

Cuando queremos expresar algo que nos ha molestado o hecho daño de la otra persona, para evitar que lo tome como un ataque, tenemos que comunicar desde la primera persona cómo nos sentimos, porque los sentimientos no son discutibles.

Existe una gran diferencia entre decir “eso que has hecho está muy mal” y “me ha dolido lo que has hecho”. En la primera frase, estamos juzgando lo que ha hecho la otra persona, lo que si puede ser discutible y además acusa o culpa al otro; en cambio, en la segunda, no juzgamos el acto, sino cómo nos ha hecho sentir, lo que da pie a la otra persona a no tomarlo como un ataque.

Por otro lado, no basta con decir a la otra persona cómo nos sentimos, tenemos que explicar qué es lo que nos gustaría: “Me ha dolido lo que has hecho y preferiría que la próxima vez pudieses consultármelo antes”. Esto facilita que la otra persona no se ponga a la defensiva, que nos escuche, empatice y se muestre más abierto.

Precisión en el lenguaje para la comunicación asertiva

La precisión del mensaje también es importante, intentando evitar ideas vagas y manteniendo una línea clara de discurso. Si añadimos los motivos por los que nos gustaría conseguir lo que pedimos, reducimos las posibilidades de rechazo, ya que la otra persona verá que hay un motivo que sostiene nuestra petición y no es un arranque.

Pasos para transmitir nuestro mensaje de manera asertiva:

  • Compartir los hechos sin realizar una interpretación personal, sin juzgarlos ni criticarlos y explicándolos de manera objetiva, ayuda a que la otra persona no se ponga a la defensiva y sea más receptiva.
  • Identificar y responsabilizarnos de nuestras emociones, deshaciéndonos de nuestro papel de víctima para poder expresar nuestros sentimientos sin culpar al otro.
  • Comprender nuestras necesidades, ya que estas son las que nos generan sentimientos negativos cuando no están cubiertas, como la necesidad de sentirnos queridos, la necesidad de reconocimiento de nuestro trabajo y/o esfuerzo…
  • Conectar con los demás realizando una petición que también respete las necesidades del otro y con la que podamos expresar qué es lo que queremos o esperamos de los demás.
  • Espero que os haya servido este artículo y que podáis sentir menos frustración a la hora de defender vuestros derechos.
M Nieves Martínez-Hidalgo
M Nieves Martínez-Hidalgo
Doctora en Psicología, psicóloga clínica, directora de Fundación SOYCOMOTU®

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