“Decían que mi hija era hiperactiva, pero lo que tenía era trastorno del espectro alcohólico fetal”

María Jesús Garrido recuerda que su hija no tuvo adaptación curricular adecuada en el colegio y que en el instituto no hubo ninguna adaptación

El trastorno del espectro alcohólico fetal (TEAF) es un grupo de afectaciones que desarrolla una persona cuando la madre gestante consume alcohol en el embarazo. Las consecuencias pueden ser problemas físicos, de aprendizaje o de comportamiento. Sucede en un porcentaje reducido de hijos biológicos y en el 51% de los hijos adoptados o en acogida.

Este es el caso de los  hijos de María Jesús Garrido Abenza, de Archena. María Jesús adoptó a su primera hija, natural de Rusia, en 2001 cuando la pequeña tenía tres años; y a sus dos hijos, naturales de Ucrania, en 2007 cuando tenían seis y siete años. Los tres tienen trastorno del espectro alcohólico fetal, un dato que María Jesús y su marido no supieron hasta que sus hijos fueron mayores. Entonces para la familia cobraron sentido muchas situaciones desencadenadas por el TEAF, pero el camino hasta ahí fue largo y complicado.

“En el colegio fue ‘etiquetada’ como hiperactiva y el neuropediatra dijo que tenía déficit de atención”, recuerda María Jesús.

El desconocimiento sobre el trastorno del espectro alcohólico fetal hizo que no se llevase a cabo una adaptación curricular adecuada para la hija de María Jesús. “Yo soy profesora – explica -, y veía que no avanzábamos con las cosas. Pasábamos la tarde entera para hacer muy poco de los deberes”. 

La pequeña creció cargando con el estigma de que era una niña problemática y sin que sus padres pudieran encontrar la manera de que mejorase la situación. “Al final, por desconocimiento, los profesores la ignoraban, la apartaban. Los otros niños también, no la invitaban a los cumpleaños y no venían a los suyos”, recuerda la madre.

Con la llegada de la adolescencia, el problema se agravó. “Hubo momentos de muy mal comportamiento, de relaciones tóxicas, con los estudios no avanzábamos”, explica María Jesús, “hasta que llegó el diagnóstico”.

El diagnóstico

En cuanto el trastorno del espectro alcohólico fetal fue una realidad, todo cobró sentido para la familia de María Jesús. Aunque los padres de la joven ya lo sabían, la medicina les demostró que su hija no era ‘mala’, ni maleducada, tampoco tenía déficit de atención, ni hiperactividad. Estaba sufriendo las consecuencias de un problema que se había empezado a gestar en su cabeza antes de que ella naciera. La joven  hasta entonces había sentido que no encajaba, que no era como los demás, pero no sabía por qué.  Hasta entonces.

Actualmente, el trastorno del espectro alcohólico fetal es más conocido y los profesores, orientadores, pedagogos  y terapeutas  pueden realizar una adaptación curricular para estos niños. Pero, ¿qué pasa con los que ya son adultos, los que no tuvieron el diagnóstico hasta la mayoría de edad?

“Ahora tenemos el problema del empleo”, explica María Jesús. “Hay ayudas para contratar a personas con discapacidad física y con discapacidad intelectual, pero nuestros hijos, al no tener reconocido la mayoría la discapacidad intelectual, no pueden acceder a estos trabajos”. 

Tampoco encuentran la ayuda suficiente en materia de psicología y pedagogía para estos jóvenes. A través de asociaciones como Zero SAF Murcia o Albores de Murcia, padres como María Jesús se esfuerzan para hacer llegar ayuda psicológica y terapéutica a sus hijos, dar a conocer el trastorno del espectro alcohólico fetal. “Queremos que les ayuden a formarse, a tener trabajo porque algún día no estaremos, y entonces ¿quién cuidará de ellos?”, concluye. 

Reconocer el trastorno del espectro alcohólico fetal

En el 20% de los casos, los niños con TEAF tienen rasgos físicos característicos:

  • Apertura pequeña de los ojos.
  • Surco nasolabial liso (entre el labio superior y la nariz).
  • Labio superior fino.
  • Cabeza pequeña, peso y talla bajos.

Son mucho más frecuentes con los rasgos psicológicos, de conducta y desarrollo:

  • No coordina bien.
  • No presta atención.
  • Es muy impulsivo.
  • Problemas de desarrollo.
  • Dificultades de memoria a corto plazo y problemas de aprendizaje.
  • No habla bien y tiene retraso en el lenguaje.
  • Coeficiente de inteligencia menor.
  • Problemas de conducta, de socialización.
  • Fracaso escolar.
Candela Altable Torres
Candela Altable Torres
Nacida en Madrid, 1996. Graduada en Periodismo por la Universidad de Murcia en el año 2018 con la especialización en periodismo de salud, ciencia, tecnología y medio ambiente. Actualmente, redactora del periódico Salud21 y Vida. Mi trabajo incluye la búsqueda de temas y fuentes informativas, la realización de las entrevistas pertinentes y la elaboración de los contenido.

Comentarios sobre este artículo

Podcast programa de radio Cita con la Salud - Radio Compañía

Artículos relacionados

Salud21 y Vida, quince años de periodismo de soluciones

Descargar última edición impresa

Síguenos en nuestras redes

Mantente en contacto

Inserta tu e-mail, para estar al día de todas las novedades, ofertas y anuncios especiales.

spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img

Últimos artículos