¿A quién no le gusta hacer regalos a sus hijos/as? Sin embargo, padres y madres se quejan de que no saben apreciar las cosas, que no las manejan con cuidado o directamente las destrozan. Existen varias razones para que un/a niño/a se comporte de esta manera como, por ejemplo:
- El niño activo e impulsivo. Los estropicios que puede ocasionar suelen ser fruto de accidentes, el resultado de actuar primero y pensar después o no pensar.
- El niño curioso. Les encanta saber cómo funcionan las cosas y de qué están hechas. No pretenden romper el objeto, son pequeños investigadores a los que algunos experimentos no les salen bien.
- El niño que no ha aprendido a controlar sus emociones. Estos niños están dando salida a su enfado a través de acciones destructivas, bien porque no han aprendido todavía a expresarse de manera adecuada, bien porque hayan copiado este comportamiento de otros familiares.
- El niño que no sabe apreciar. En la cultura imperante del ‘usar y tirar’, los niños también han aprendido a no valorar las cosas. Pueden montar una rabieta porque no encuentran un muñeco y, si lo encuentran, dejarlo tirado bajo el sofá porque su papá le ha traído otro juguete nuevo o quiere el que tiene su hermano.
- El niño que responde a su frustración. Algunos niños destruyen objetos de forma deliberada en un intento de ‘ajustar’ cuentas o de hacer notar su presencia y opiniones. Si el niño tiene el hábito de destruir objetos adrede, hay que tomarlo en serio, ya que sugiere la existencia de problemas emocionales. En este caso, es conveniente consultar con la psicóloga infanto-juvenil.
Canalizar este comportamiento en tus hijos
- Poner límite a la cantidad de juguetes. Un niño solo puede jugar con un cierto número de juguetes a la vez. Retire los sobrantes. Tire los juguetes rotos e inútiles. Muéstrele a sus hijos cómo reparar los que tengan arreglo. Es conveniente, enseñar al niño a compartir y ser generoso. Hay que animarle a seleccionar algunos juguetes en buen estado para regalarlos a una institución benéfica.
- Elija juguetes adecuados. Algunos juegos no proporcionan diversión sino frustración. Otros son satisfactorios, pero están fuera de las posibilidades del niño, así que hay que guardarlos hasta que el niño sea mayor o esté más capacitado. Hay juguetes que requieren el acompañamiento de los padres.
- Limite el acceso a los juguetes. El niño valorará más los juguetes si se le dan uno o dos cada vez y se le indica que cuando se quiere cambiar de juguete, primero se recoge y se guarda uno y luego se saca otro.
- Establezca algunas reglas de juego. Por ejemplo, señalar los lugares de la casa en los que se puede jugar. Dejar fuera de su alcance juguetes o juegos que son para compartir con algún adulto.
- Recompense al niño por haber sido cuidadoso. Felicite a sus hijos por su forma de comportarse, por haber recogido sus juguetes, por haber accedido a que su hermano, amigo o primo juegue con él o por haber prestado sus juguetes.
- Proporcionar alternativas de juego. Si el niño es curioso y quiere aprender cómo funcionan las cosas, hay que ayudarle a desmontarlas y volverlas a montar o darle objetos viejos y permiso para que lleve a cabo sus experimentos.
- Proporcionar proyectos. Existen muchos juegos para educar sus inclinaciones a la arquitectura, a la música, al cine o a la ciencia. Hay también revistas de aficiones y libros de trabajos manuales con instrucciones para construir proyectos utilizando materiales caseros. Se puede ayudar al niño si lo necesita, o acompañarle, pero ‘dejándole hacer a él’ y ‘dejándole hacer a su manera’, no como el adulto quiera realizarlo en su creencia de que su método es el mejor.
- Sea creativo. Reúna objetos viejos como relojes, aspiradores, bicicletas, etc., que puedan desmontarse sin peligro. Guarde estos tesoros en un lugar especial y dé permiso al niño/a para hacer lo que quiera con ellos.
En el próximo artículo podrás leer sobre cómo enseñar a sus hijos/as la gestión de emociones.