Eje intestino-cerebro: cuando la salud mental nace en ‘las entrañas’

Las hormonas que regulan la inflamación en el aparato digestivo son las mismas que generan el estrés y la ansiedad

La salud mental y la física están estrechamente ligadas. Lo que pasa en nuestro cuerpo afecta a nuestra mente y viceversa. Ejemplo de ello es el resultado de la tesis realizada por la psicóloga Ana Belén Fernández, que analiza la relación entre los trastornos de ansiedad y el eje microbioma-intestino-cerebro (eje MIC), y que le sirvió para recibir la mención Cum Laude de la UCAM. 

Aunque normalmente relacionamos las neuronas con el cerebro, la psicóloga Ana Belén Fernández recuerda que “el intestino es estructuralmente y neuroquímicamente idéntico al cerebro. Contiene más de 500 millones de neuronas. Por eso se conoce como el segundo cerebro”. 

“El cerebro y el intestino están conectados por un conjunto de vías que van en ambas direcciones. Esta comunicación es necesaria para que el organismo pueda hacer sus funciones de manera correcta”, explica la psicóloga.

Vía endocrina

Entre estas vías de comunicación está la endocrina, que es de ‘arriba’ (el cerebro) hacia ‘abajo’ (el intestino), y controla los niveles de cortisol en el cuerpo, la hormona que causa el estrés. Esta hormona también es responsable de la respuesta antiinflamatoria del cuerpo.

Cuando el estrés es crónico la comunicación entre el intestino y el cerebro se desregula. Esto causa niveles excesivos de cortisol y una mala respuesta inflamatoria.

El resultado es una mayor presencia de molestias intestinales, dolor corporal a nivel físico. En el plano de la salud mental, puede causar mayores síntomas de ansiedad y depresión.

“Por eso, hoy en día, se empieza a hablar de la inflamación como un nexo de unión entre los trastornos de ansiedad y depresión y las enfermedades inflamatorias crónicas (tales como las alergias, autoinmunes, metabólicas)”, explica la psicóloga. 

Vía inmunológica

Otra vía de comunicación es la inmunológica. Cuando el organismo detecta que hay algún patógeno en el intestino, por ejemplo, porque hemos comido mal, el intestino informa a las células inmunes de la microbiota que hay lesiones y esto aumenta la respuesta inflamatoria para paliar los efectos. 

El cortisol que se produce en este momento para reducir la inflamación causa, a su vez, ansiedad y depresión a nivel mental.

Implicaciones del eje intestino-cerebro

La tesis de la psicóloga Ana Belén Fernández analizó a pacientes del Servicio Murciano de Salud con trastornos de pánico.

Entre las conclusiones, determinaron que las personas con ansiedad, que además contaban con cuadros de depresión agudos, tenían peores síntomas gastrointestinales, mayor dolor corporal y, en general, una peor salud física, junto a niveles elevados de cortisol y una respuesta inflamatoria intrínsecamente relacionada por los hábitos y el estilo de vida de la sociedad actual. Las comunicaciones entre el cerebro y el intestino estaban desajustadas.

De esta manera, “el tratamiento psicológico disminuye los síntomas gastrointestinales (mejora la diarrea, el estreñimiento, la indigestión, el reflujo, el dolor abdominal), el dolor físico y, en general, mejora la salud física. Por ello, incluir el tratamiento psicológico o programas para el control de la ansiedad puede ayudar a prevenir el desarrollo de enfermedades digestivas y mejorar el estado de salud tanto física como mental”, apunta la psicóloga.

Igualmente, “desde la psicología nunca se había contemplado la influencia de la salud intestinal en los procesos psicológicos y cómo una microbiota intestinal alterada puede influir en la ansiedad y en la depresión. La ansiedad siempre se ha investigado desde el cerebro, y este trabajo ha tratado de conectar los circuitos neurobiológicos del miedo y la ansiedad con la fisiología del intestino”, concluye la psicóloga Ana Belén Fernández, autora de la tesis doctoral reseñada.

Candela Altable Torres
Candela Altable Torres
Nacida en Madrid, 1996. Graduada en Periodismo por la Universidad de Murcia en el año 2018 con la especialización en periodismo de salud, ciencia, tecnología y medio ambiente. Actualmente, redactora del periódico Salud21 y Vida. Mi trabajo incluye la búsqueda de temas y fuentes informativas, la realización de las entrevistas pertinentes y la elaboración de los contenidos.

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