Salud y cambio climático es un binomio interconectado. Los desastres naturales también afectan al bienestar del ser humano. Una de cada cuatro muertes humanas está relacionada con causas medioambientales; causas que son prevenibles y evitables. Si no se pone remedio, nos dirigimos hacia un panorama que va a multiplicar por 20 la incidencia de nuevas enfermedades en todos los países.
Estudios realizados por Naciones Unidas evidencian que el cambio climático está modificando los hábitats en todo el planeta. Se están exterminando especies animales y vegetales que son necesarias para nuestra supervivencia equilibrada y saludable. Y la destrucción de los recursos naturales ha disparado las tasas de pobreza en los países y colectividades más vulnerables, aumentando la brecha entre los más poderosos y los más necesitados.
Desde la perspectiva de salud, merece la pena combatir el cambio climático para asegurar el bienestar de toda la población, independientemente del nivel socioeconómico, cultural o étnico.
Morbilidad agudizada
Los análisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sentencian que, en el año 2050, 250.000 fallecimientos anuales se deberán a las hambrunas secundarias a factores climáticos, como la sequía, la falta de agua o su contaminación, las lluvias y tempestades irregulares, la exposición a rayos ultravioleta, los nuevos y peligrosos alergenos o la aparición de nuevas enfermedades zoonóticas o aquellas transmitidas por vectores.
Más allá de la tasa de mortalidad, directa o indirectamente, la población sufrirá por el incremento de patologías relacionadas con el cambio climático. Éstas acarrearán resonancias sociales y económicas de consecuencias imprevisibles: se acrecentará la incidencia de enfermedades cardiovasculares o respiratorias, así como la intensificación de crímenes y de violencia incontrolada al agudizarse los trastornos de ansiedad y las alteraciones mentales.
Eco-ansiedad y cambio climático
Aunque las consecuencias del cambio climático son una realidad, la infotoxicación, la información exageradamente alarmante, es peligrosa porque muchas personas se ofuscan con el tema y surge la ecoansiedad.
El término fue acuñado por la Asociación Americana de Psicología en referencia al miedo crónico desarrollado por individuos que se obcecan, obsesionados con la posible aparición inminente de desastres medioambientales. Es el pavor a las consecuencias nefastas del cambio climático que, divulgadas de forma indiscriminada y apocalíptica, son la espada de Damocles que pende de un hilo y puede soltarse en cualquier momento, con resultados catastróficos.
La ecoansiedad es un síndrome que incluye malestar, ansiedad, falta de apetito, trastornos del sueño llegando a sufrir ataques de pánico.
Hace tres años, la revista Lancet publicó el aumento de ansiedad y de depresión subclínica secundaria por efecto de las crisis climáticas. Por ello, de forma preventiva, las autoridades educativas deberían promocionar la resiliencia individual y el espíritu crítico, y poner en marcha políticas de detección precoz de alteraciones mentales entre los más vulnerables.
La OMS
Para liderar el difícil empeño de prevenir enfermedades humanas por causa de las crisis climáticas, la OMS ha nombrado a Vanessa Kerry como la primera directora general para el cambio climático y la salud.
La doctora Kerry, que se formó en las Universidades de Yale y de Harvard, deberá lograr que todo el mundo comprenda que el cambio climático entraña riesgos tanto para la salud del planeta como para la de los humanos.
Y es que el concepto de ‘Una Sola Salud’ implica que la salud del medio ambiente y la de los de animales y plantas está intrínsecamente interrelacionada con la humana.
Ante este riesgo inminente para nuestra integridad, la respuesta más lúcida y necesaria será conseguir que se apliquen cambios racionales, ingeniosos e inteligentes antes de alcanzar al ‘punto de no retorno’ al que nos acercamos peligrosamente.
La prestigiosa doctora Kerry y su equipo tratarán de cambiar mentalidades de forma proactiva, implementando el paradigma de que la mejora del medio ambiente debe estar centrada en la salud. Ya están en marcha.
Actuar localmente
Para preservar la salud, es indispensable ser respetuoso con la naturaleza, evitando ser agentes contaminantes y colaborando a mejorar las condiciones medioambientales del entorno. Se ha contribuir a la economía circular exhibiendo conductas ecológicas y sostenibles que reduzcan la huella de carbono y ahorren energía y agua. Aunque los poderes político, legal y administrativo deben combatir el cambio climático, es condicion “sine qua non” actuar localmente, que cada individuo, de forma proactiva, se conciencie, aprenda educación medioambiental y la enseñe en su círculo familiar y de amistades.