Los perros son grandes observadores. Captan los momentos de preocupación en el ambiente, la tensión social de cada individuo de su entorno (humanos y animales) y las relaciones de los humanos entre sí. En la pandemia y el confinamiento muchas mascotas sufrieron estrés emocional y ansiedad. Asimismo, en la vuelta a la normalidad, muchas incrementaron la ansiedad al perder el contacto diario al que se habían acostumbrado.
Se debe controlar el bienestar de las mascotas porque si el estrés es constante puede acelerar el envejecimiento cerebral.
Deterioro cognitivo de los perros
Un perro es añoso o senior cuando está en el 25% final de la esperanza de vida media para su raza y tamaño.
Con la edad pierde capacidades cognitivas. En Estados Unidos, en la Universidad de Carolina del Norte, desarrollaron la escala específica para demencia en perros, que validaron en 39 perros añosos con buena salud orgánica. A todos los perros les hicieron exámenes físicos, ortopédicos, de los sentidos y un análisis de sangre para conocer sus parámetros de normalidad. Asimismo, les hicieron tests de atención, de memoria y de función ejecutiva y los dueños contestaron un cuestionario sobre su alimentación y hábitos.
Dependiendo del estilo de vida que hayan tenido, los perros añosos pueden desarrollar trastornos cognitivos, el síndrome de disfunción cognitiva canina, caracterizado por alteraciones de memoria, atrofia cerebral, pérdida neuronal y depósitos de placas de amiloide.
Envejecimiento y sordera
Al envejecer, todas las mascotas se vuelven más somnolientas y lentas. Asimismo, se ha descrito que con la edad tienen problemas sensoriales, sobre todo de la vista y del oído.
En los perros se encontró que la sordera ademas de que se asociaba a cambios de conducta, la pérdida de audición correlacionaba con mayor puntuación en la escala de demencia y esos perros eran más sedentarios y menos vitales.
Por tanto, la sordera se debe diagnosticar precozmente porque en esos momentos las mascotas necesitan una atención activa para enlentecer la progresión de su deterioro cognitivo.
Sueño alterado y demencia en perros
A 28 perros añosos con trastornos cognitivos se les analizaron dos horas de sueño. Se les midió la actividad cerebral con electrodos no invasivos colocados sobre su cuero cabelludo.
Concluyeron que, durante el sueño, la actividad de su cerebro era similar a la que tenían cuando estaban des- piertos. Esto indicaba baja calidad del sueño, que se correlacionaba con el grado de demencia. Dormían menos tiempo tanto en la fase REM como con la fase No-REM, lo cual aceleraba su envejecimiento, ya que ambas fases son importantes para mantener la función cerebral. En la fase REM se sueña y se consolidan los recuerdos; en la fase No-REM se consolida la memoria emocional y se elimina el exceso de proteína.
Prevenir
Algunos investigadores consideran utilizar perros para analizar la progresión de los síntomas de la demencia o las respuestas a nuevos tratamientos, pero más que eso, lo que se debería es tomar conciencia preventiva y procurar que, desde el nacimiento, nuestras mascotas adopten hábitos de vida saludables.
Cada animal de compañía tiene su personalidad. No obstante, muchos imitan y adoptan características de sus dueños, sobre todo los hábitos que pueden ser menos saludables. Se debe observar que sigan una correcta alimentación, evitando la obesidad o los alimentos excesivos en grasas o en azúcares, y establecerles ejercicios y actividades tanto físicas como cognitivas, esquivando el estrés y la ansiedad, y asegurando que tienen ritmos regulares de sueño y vigilia.