El ejercicio físico, y no solo la actividad física, es una herramienta terapéutica fundamental para bordar de manera no farmacológica casi cualquier proceso mórbido que padezcan las personas mayores. Y no solo los procesos de naturaleza física; también los relacionados con la esferas psicológica y cognitiva.
Ya no se habla de simple gerontogimnasia. Se ha demostrado científicamente que realizar ejercicio físico de manera regular, incluso de resistencia, es una cuestión que trasciende el ámbito deportivo y que es igualmente válido para recuperar y frenar el declive funcional fruto de la edad.
Desde hace tiempo en algunos países, entre los que destaca Reino Unido, el ejercicio físico es prescrito por los médicos y enfermeras de los servicios de salud. Como si de medicamentos se tratara, esta indicación terapéutica evidencia la importancia que se le atribuye como tratamiento coadyuvante en diversas patologías.
En nuestro país, desgraciadamente, todavía no hemos llegado a ese nivel en las consultas más próximas a los mayores, como puede ser en la atención primaria; porque decir simplemente “debe usted hacer ejercicio” no es suficiente.
Gimnasia como medicina
La única excepción es geriatría. Para los médicos y enfermeras especialistas en geriatría la prescripción de diferentes tablas de ejercicios físicos son fundamentales para abordar síndromes geriátricos tan invalidantes como el de inestabilidad y caídas.
Coinciden, médicos y enfermeras, en que la prescripción de tablas de ejercicio como estrategia terapéutica es esencial para que las personas mayores puedan volver a niveles funcionales de actividad que les permita no volver a caerse y disminuir la fragilidad asociada a sarcopenia e inmovilidad.
Programas estructurados de ejercicio físico, con excelentes resultados científicamente probados, tales como Vivifrail u Otago, debidamente prescritos y supervisados por especialistas en geriatría consiguen que las personas mayores tengan mayor calidad de vida y les permite seguir envejeciendo de manera muy saludable.
La práctica de gerontogimnasia, vista como tablas de ejercicios sencillos, muy presente en centros sociales de mayores y en la mayoría de residencias, destinadas a un público general, es excelente en cuanto a prevención primaria se refiere, aunque no es suficiente cuando de lo que hablamos es de fragilidad, un síndrome geriátrico muy amplio y que requiere de un abordaje muy específico.
Cada vez hay formas más diversas de practicar ejercicio físico, tales como yoga, pilates o Tai-chi. Pero tan importante es practicar ejercicio como hacerlo bien. Por ello, es muy recomendable recurrir al médico o enfermera de referencia, e incluso a los especialistas en geriatría, para que su práctica sea segura. Lo que no es recomendable es hacer ejercicio físico sin un buen asesoramiento profesional previo.
En este sentido, debido al serio riesgo de graves lesiones, se desaconseja utilizar los aparatos para ‘gimnasia’ que muchos parques de nuestro país ofrecen a las personas mayores.
CARMELO GÓMEZ. Presidente de la Sociedad Murciana de Enfermería Geriátrica y Gerontológica. Catedrático de Humanización y Cuidados a los Mayores de la UCAM (Universidad Católica).