Dentro de cada especie de animales, existen razas autóctonas con características propias. Algunas están en peligro de extinción debido a diversos motivos. La Región de Murcia es el hábitat de algunas, como la cabra blanca celtibérica, la oveja montesina, la vaca murciano-levantina, el chato murciano y la gallina murciana.
En el caso de la cabra blanca celtibérica, su riesgo de extinción se debe a que es una raza utilizada para la producción de carne, pero esta carne se consume poco. Aun así, conservar esta raza es importante “ya que se adapta con facilidad al medio y encuentra alimentos donde otros animales no podrían. Es más rústica (resistente)”, explica Ismael Ramal, veterinario especializado en ganadería.
Las ovejas montesinas también son muy rústicas, explica Ismael Ramal, pero tienen una producción más baja: “mientras que otras razas en cada parto tienen dos o tres corderos, en la montesina esto es menos común”.Lo mismo ocurre con el chato murciano y la gallina murciana: sus índices de producción son menores.
La vaca murciano-levantina, también es una de las razas autóctonas en peligro de extinción “ya que históricamente se ha usado para trabajo y actualmente este uso ya no es rentable” explica Ismael Ramal. Es una raza que “durante siglos ha estado adaptada a vivir en la Región de Murcia, adaptada al tipo de alimentación y al clima. Cualquier otra raza sufre estrés por calor, pero esta no”, añade el veterinario.
Razas autóctonas, sostenibles y rentables
“Cada raza es única e insustituible. Si perdemos esa raza, puede que en el futuro aunque no sean los animales más productores, las necesitemos y ya no las tengamos”, asegura Ismael Ramal.
Por otra parte, estas razas autóctonas son las más adaptadas a nuestro clima, “y son las que pueden favorecer este nuevo modelo de economía circular”, añade Ismael Ramal.
El modelo al que se refiere el veterinario favorece tanto el aspecto económico como la protección del medio ambiente en la Región.
Así lo explica: “Son razas que pueden usar recursos que otras razas no pueden, es decir, lo que sobra de explotaciones agrícolas. Por ejemplo, en una explotación de brócoli donde solo se aprovecha la parte más tierna y se tira el tallo, estas razas se lo comen y entonces no hay desperdicio. Producen menos, pero aprovechando más los recursos”.
Si, por el contrario, usáramos una raza que sea más productiva, tendríamos que traer la carne con el gasto de transporte que esto supone y el impacto al medio ambiente, o traer al ternero para alimentario, pero, en este caso, no podría ser con lo ‘sobrante’ de la producción agrícola porque son razas ‘más delicadas’ con la alimentación. Este modelo descrito es más sostenible, también, por la ‘resistencia’ de estas razas. En el caso de la vaca murciano-levantina, es la única que resiste el calor de la Región de Murcia en verano.
Los ganaderos que tengan estas vacas no necesitarán instalar sistemas de refrigeración en las naves donde estén los animales, ya que el calor no les supone tanto problema como a otras razas.
Salvar las razas autóctonas
“Si queremos salvar una raza debe haber un mercado que consuma sus productos. En el caso del chato murciano, un par de empresas empezaron a explotarlo y crearon un mercado, y ese mercado hizo que se salvara. Lo salvó ser conocido, ser rentable”, explica Ismael Ramal.
El papel del veterinario
La responsabilidad del veterinario en la conservación de las razas autóctonas radica, según apunta el especialista en ganadería, por ejemplo, “en el control del árbol genealógico, del registro de todos los animales de la raza, con análisis genéticos para corroborar que son de esa raza en cuestión. En los casos en los que hay que hacer una selección para preservar la raza, el veterinario ayuda en esa selección con parámetros de producción: saber qué animales se deben seleccionar”.